A más de dos décadas de haberse iniciado como un incipiente proyecto de formación para funcionarias y funcionarios, la actual Unidad Académica de la EdeG consolida un nuevo modelo de trabajo que no se limita a la capacitación, sino que abarca la culminación de estudios secundarios, formación continua e innovación, con proyección a la formación de grado y posgrado.
En 1994 Rodríguez ingresó como docente a lo que entonces era la Unidad de Capacitación vinculada a la Dirección General de Personal. «Era una dependencia que tenía la particularidad de que su Unidad Técnica estaba integrada por docentes extensionistas de Humanidades». Con el tiempo esa estructura evolucionó hacia un espacio de planificación de formación más estratégica, cuando incorporó evaluaciones externas, nuevos dispositivos formativos y acuerdos institucionales de mayor alcance.
Uno de los hitos en esa transformación fue el convenio con la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), que dio origen al programa PROCES (Programa de Culminación de Estudios Secundarios), una iniciativa que permitió la culminación de los estudios formales. «Conformamos con ANEP a partir del año 2005 un programa que se llamó PROCES, que dio cuenta de por lo menos tres oleadas de acuerdos», relató Rodríguez. Este programa se consolidó más tarde como parte de una iniciativa más amplia dentro de la EdeG que es el Programa de Culminación de Estudios Secundarios (PROCES).
Este enfoque no solo apuesta a que las y los funcionarios culminen Primaria, Ciclo Básico o Bachillerato, sino que también promueve la continuidad educativa y el desarrollo profesional permanente. «A lo largo de estos casi 20 años la Universidad ha atendido la lógica de la culminación de estudios como derecho a la educación. No puede quedar por fuera de la oportunidad de cierre del Ciclo Básico», enfatizó Rodríguez.
Una de las innovaciones más recientes y valoradas es el sistema de Tutorías entre Pares, articulado con el Programa de Respaldo al Aprendizaje (Progresa). Enciso, quien integra el equipo docente de este programa, explica que esta figura nació como una formalización de roles que algunos funcionarios ya venían desempeñando en los hechos. «Se capacita a funcionarios y funcionarias, muchos de los cuales han atravesado el PROCES, para acompañar a otros en su combinación de estudios. Esto le brinda muchas herramientas a estos compañeros para que puedan desarrollar su trabajo como tutores», sostiene.
Enciso destaca que este sistema no solo fortalece los aprendizajes, sino que además genera sentido de comunidad. «Al ser pares, compartir experiencias es mucho más sencillo. Sentirte igual frente al otro es más fácil para afrontar las dificultades que se puedan presentar o disfrutar las oportunidades que se vienen», señaló. Además, Enciso destacó cómo varios de estos tutores se han convertido en referentes en sus propios servicios, y reciben consultas por compañeros o familiares ajenos a la Universidad.
La implementación formal de las tutorías se realiza como un curso dentro de la Escuela de Gobierno, con inscripción dirigida al funcionariado Técnico, Administrativo y de Servicios (TAS) interesado en la temática. La formación combina teoría, a cargo de Progresa y el equipo docente, con una dimensión práctica en territorio. «Los tutores atraviesan el curso con Progresa, que tiene técnicos especialistas en tutoría académica. Hoy en día estamos cerrando ese primer ciclo con seis tutores en campo», detalló Rodríguez.
La participación en el curso otorga 8 créditos académicos y permite a las y los tutores incursionar en el acompañamiento educativo de adultos que buscan finalizar estudios secundarios. «En el campo de la educación de adultos es una verdadera novedad. La idea es que esa experiencia pueda tener una réplica», agregó.
Innovación e internacionalización
La Escuela de Gobierno ha desarrollado múltiples líneas de formación continua, tanto en niveles operativos como de conducción. Enciso señaló que una de las áreas de interés actualmente se vincula a las metodologías innovadoras para detectar problemas y encontrar oportunidades: «Venimos generando un andamiaje con la Universidad Nacional de Córdoba y desarrollamos intercambios en las ferias Modo Udelar. Estamos intentando materializar un curso en conjunto para funcionarios de ambas universidades».
Otra línea clave es el análisis de datos para la toma de decisiones, entre lo que se destaca la importancia de evaluar sistemáticamente cursos y procesos formativos. «Tenemos mucha información de Bedelía y de la Dirección General de Planeamiento. Eso nos permite evaluar algunas cuestiones y tomar decisiones rápidas. Por ejemplo, el porcentaje de no presentados fue un insumo para reformular el reglamento de estudio».
Asimismo, Enciso explicó el objetivo de acumular datos para «aplicarlos con criterio». «No relevemos más datos de los que necesitamos, porque se nos va la decisión en el procesamiento. Hay una frase que puede ser representativa: equivocarse barato, equivocarse rápido para poder solucionar», sintetiza Enciso.
Por su parte, Rodríguez mencionó que algunos cursos actuales son producto de propuestas seleccionadas a través de convocatorias abiertas y cuentan con la participación de colegas del exterior, lo que permite darle «visibilidad regional» a la Escuela.
Se prevé que en 2026 se relance la convocatoria a propuestas para priorizar la planificación. La experiencia previa demostró que los llamados abiertos permiten captar propuestas valiosas del funcionariado, cuerpo docente, así como egresados y egresadas. En cuanto al corto plazo, el equipo se encuentra trabajando en un plan de formación para niveles de conducción, recientemente aprobado por comisiones bilaterales entre sindicatos y la Universidad, así como ámbitos de cogobierno. «Estamos diseñando su implementación para el próximo semestre. Eso está atravesado por múltiples preocupaciones académicas en temas como innovación en gestión, pero también cuestiones duras como la implicancia de la inteligencia artificial en las tareas de nuestros compañeros», señaló Rodríguez.
Los docentes de la Unidad Académica de la EdeG ejercen un perfil particular dentro de la Udelar, ya que articulan, diseñan y gestionan procesos formativos. «Nuestro perfil hereda al docente que trabaja en gestión, que no es el docente puro y duro de un cuadro académico», señaló Rodríguez. En la práctica, eso implica tareas como detección de necesidades, diseño de dispositivos formativos, seguimiento de cursos, y evaluación de impacto.
Enciso sintetiza ese rol como el de un «articulador entre necesidades de capacitación y la efectiva realización de la formación», que conecta diagnósticos, propuestas y recursos para hacer que las ideas se concreten.