González Guyer recordó que cuando comenzó su trayectoria en el campo de la Sociología, en 1984 a la salida del período dictatorial en Uruguay que siguió al golpe de estado cívico militar de 1973, «estaba muy alejada del feminismo ya que durante la dictadura este tema no existió». Las primeras manifestaciones por los derechos de las mujeres, en Uruguay comenzaron lentamente con la apertura democrática y en ese entonces «eran pocas las que se animaban a autodenominarse feministas», señaló. «Fueron fundamentalmente las mujeres que retornaron del exilio las que se atrevieron a hablar de feminismo, de la discriminación y la violencia contra la mujer», añadió. Aunque me interesaban estas problemáticas inicialmente no me sentía muy convocada por la temática, acotó.
En el comienzo de su trayectoria González Guyer trabajó en el tema de los movimientos sociales de base territorial a la salida de la dictadura en Uruguay. Esta salida estuvo marcada por una gran crisis económica y social en el país y por el desarrollo de numerosas organizaciones sociales en los barrios vinculadas a la alimentación, al cuidado de la salud, como policlínicas barriales, merenderos y ollas populares. Al estudiar estas organizaciones «comenzamos a notar que participaban muchísimas mujeres, pero que los roles de portavoz y de dirección los ejercían los varones», recordó. Añadió que incorporaron este dato a sus investigaciones y las invitaron a participar en una red Latinoamericana de mujeres y gobiernos locales, a raíz de lo cual, por los años 90, González Guyer comenzó a incursionar en la temática del feminismo.
«Este tema me comenzó a convocar, apasionar y comprometer cada vez más, desde lo académico, o sea desde el estudio de la temática, pero también desde la conexión de alguna manera con diferentes movimientos y organizaciones feministas en las que comencé a participar, fundamentalmente en un rol profesional vinculado al asesoramiento, a la capacitación», apuntó. «Hace más de 30 años que estoy trabajando desde esta perspectiva como académica y como militante, es muy difícil en el feminismo separar esos ámbitos porque necesariamente en el estudio y en el área académica ponés el cuerpo y el feminismo no es algo que uno mira y analiza de afuera», añadió. «A medida que vas aprendiendo vas ganando convicción en la necesidad de transformar», acotó.
En el marco de la FILUNI González Guyer participó del conversatorio «¿Qué le hace el género a la universidad latinoamericana? Experiencias desde Uruguay y México», que abordó las experiencias de las naciones uruguaya y mexicana en torno a las políticas de equidad de género en sus respectivos sistemas universitarios. Refiriéndose a esta actividad y «a los desafíos de la Udelar para respetar y dignificar el trabajo de las mujeres y la vida de las estudiantes», González Guyer destacó que a partir de un fenómeno que se está dando en Uruguay de manera muy acelerada, en la Udelar la mayoría de las estudiantes y de las docentes, son mujeres. «Entonces uno diría: si ya somos mayoría ¿cuál es el problema? pero las manifestaciones de desigualdad están presentes todavía y muy fuertes», acotó. En este sentido señaló que hay una segmentación en las áreas de conocimiento, «las áreas más duras, vinculadas a la ingeniería, la matemática, la física, siguen estando fuertemente masculinizadas», apuntó. Entretanto las áreas de conocimiento vinculadas a la salud, las áreas sociales, que están mucho más vinculadas a los cuidados y a los roles adjudicados tradicionalmente a las mujeres, son las que están muy fuertemente feminizadas.
A esto se suma por otro lado que aunque el 65 % del cuerpo docente de la Udelar son mujeres, una mayoría muy importante de este porcentaje ocupa los grados más bajos del escalafón docente, mientras la mayor parte de los cargos de grados más altos están ocupados por hombres. Esta realidad determina problemas de todo tipo para las mujeres, como las dificultades en las trayectorias, algunas muy sutiles, como el uso de la palabra, cuanto citan su trabajo en las bibliografías, qué importancia y jerarquía se les da a las investigaciones y al conocimiento generado por mujeres. Otros casos más claros y extremos se manifiestan en distintos tipos de violencias, «también hay discriminación y acoso sexual en nuestra Universidad», afirmó González Guyer. En este sentido acotó: «estamos peleando, tratando de buscar los caminos para generar la evidencia, mostrar que este problema existe, porque aunque en lo que se refiere a los derechos de la mujer, normativamente Uruguay está muy bien, culturalmente la discriminación se siente y las tareas de duidado impactan mucho en las carreras académicas de las mujeres en la Universidad de la República».
En cuanto a la forma en que colaboran con las estudiantes para visibilizar esta problemática de discriminación y violencia vinculadas a ellas en la Udelar y exigir que las normativas se cumplan, González Guyer, destacó que como la Udelar es cogobernada, los estudiantes participan de los espacios de decisión y de los ámbitos de gobierno universitario a nivel central y de todos los servicios y las facultades. Por esto frecuentemente «son ellos los que impulsan el tratamiento de estos temas y los que nos obligan a buscar respuestas», afirmó.
En este sentido recordó que durante la pandemia se dio una gran movida generada por las estudiantes que comenzaron a denunciar a través de las redes sociales, diferentes formas de violencia que se presentaban en la Udelar. Eso obligó a rever las políticas y ordenanzas que existían en la Universidad y a tratar de facilitar los canales de denuncia y de garantizar que estas se pudieran realizar en forma anónima.
Destacó que frente a esta problemática, sin dejar de lado la sanción, se buscó también lograr prevenir estos casos y cambiar esta cultura, «porque sabemos que la sanción no resuelve». «Es necesario ir por un camino más profundo y más difícil también, que es un el cambio cultural. Las mujeres entramos por la ventana a las universidades, estas instituciones estaban pensadas por los hombres y para los hombres, no eran para las mujeres y eso se nota hasta hoy en los códigos, en las formas en las que nos dirigimos, en la meritocracia, en qué se considera excelencia o no», añadió. Entiende que estos códigos masculinos que imperan en las universidades, como son universales son difíciles de detectar y de calibrar su impacto en lo que tiene que ver con las grandes dificultades que generan a las mujeres a la hora de habitar estos espacios. Tienen que darse cambios a múltiples niveles y uno de los cambios claves que se requiere es el de las masculinidades, afirmó.
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