La actividad se realizó el 4 de junio en la Facultad de Ciencias Sociales (FCS). Niki Johnson, co- coordinadora del Ceifem, dio la bienvenida a los participantes de la mesa -Héctor Cancela, Fernando Miranda, Gregory Randall y Nicolás Wschebor-, y agregó que el objetivo de este intercambio era el de «conocer sus compromisos y prioridades, y las acciones concretas que piensan desarrollar para construir políticas universitarias de igualdad».
Explicó que la instancia era la segunda actividad organizada por Ceifem en el marco de este proceso de elección. La primera, que se tituló «Si yo fuera rectora», se realizó en marzo con la idea de poner en discusión «un hecho que nos parece un poco contradictorio: que una institución feminizada de tanta larga existencia jamás ha tenido una rectora mujer y tampoco ha tenido candidatas» para el Rectorado, tendencia que se mantiene en la actual elección.
Los candidatos comenzaron sus exposiciones ofreciendo un resumen general de sus ideas para las políticas universitarias dirigidas a abordar lo que cada uno identifica como las principales desigualdades de género que enfrenta la Udelar. Luego profundizaron en aspectos específicos: institucionalidad de género; desigualdades de género en las trayectorias académicas; cuidados y corresponsabilidad y en cuarto lugar, violencia, acoso y discriminación. Finalmente hubo un espacio para preguntas del público.
«Una mirada feminista» a las discusiones a dar en la Udelar
Randall planteó que esta actividad organizada por Ceifem es «un emergente de la situación de la Universidad» ya que un público muy feminizado asistió al intercambio de una mesa ocupada por cuatro hombres.
Los planes de Randall para el próximo año y medio de Rectorado plantean cuatro puntos prioritarios de discusión: en primer lugar, el horizonte compartido de futuro de la institución y en segundo término, qué reforma de la Ley Orgánica es necesaria para ese futuro. Una tercera discusión colectiva debería enfocarse en la revisión de los criterios de evaluación de la función docente y por último, en la elaboración de un código de ética que defina claramente, para cualquier integrante de la comunidad universitaria, qué está y qué no está permitido dentro de la institución, explicó.
Invitó a trabajar para que «logremos darle una mirada feminista a esas cuatro discusiones», lo que corresponde a una de las agendas más importantes en el mundo hoy. Destacó que las últimas dos propuestas se vinculan con «un cambio cultural dentro de la institución» y que en su perspectiva «el feminismo es una mirada sobre el poder y sobre cómo se ejerce el poder. En ese sentido, en esas dos discusiones -cómo se evalúa la función docente y cómo nos relacionamos- hay mucho para trabajar con la mirada feminista».
Randall enumeró propuestas concretas de su plataforma con enfoque de género, como institucionalizar y fortalecer el sistema universitario de cuidados, avanzar en el combate a la violencia, el acoso y la discriminación, y avanzar en igualdad, lo que significa «introducir en todos los aspectos, como la enseñanza, la investigación, la extensión y la gestión, una mirada feminista». Finalmente expresó que «soñar la universidad que queremos» y luchar por ella, implica «contribuir a una universidad vivible, una universidad más humana donde sea agradable estar, crear y convivir». Para estos fines, su plataforma propone la creación de un Prorrectorado de Vida Universitaria que jerarquice estos aspectos, informó.
Atender la desigualdad de género
Por su parte, Miranda se refirió a las prioridades para un período de Rectorado hasta octubre de 2026. Entre estos énfasis se incluye el acompañamiento de las trayectorias estudiantiles y la corrección de algunas desigualdades e inequidades en la carrera docente, particularmente en los grados de ingreso. Respecto a las y los docentes grados 1 y 2, «tenemos el riesgo de estar ratificando condiciones de desigualdad de origen sesgadas también por el género», planteó, «tenemos que saber quiénes son esas personas que inician la carrera docente» ya que existe el riesgo de que puedan hacerlo aquellas que tienen condiciones socioeconómicas favorables «como para sostener los salarios que se perciben en la Universidad».
Observó que «en esta mesa no hay candidatas a rectoras, como también es cierto que hay pocas mujeres decanas y que la mayoría cuando son decanas lo son de servicios que no tienen voto en el CDC, y que también hay pocas directoras de unidades académicas. Entonces, tenemos un problema estructural». Explicó que su grupo de trabajo entiende que es necesario «desarrollar políticas para acompañar trayectorias estudiantiles y docentes en clave de derechos humanos y de igualdad de oportunidades de género desde una perspectiva interseccional». Esto implica complejizar las identidades, pensar en su multidimensión desde una perspectiva de género, étnico-racial, de la condición socioeconómica, de la orientación sexual, desde las situaciones de discapacidad.
En ese sentido Miranda informó que la mayoría de las mujeres de estratos socioeconómicos bajos dedica más tiempo y se inicia antes en las tareas de trabajo no remunerado y a la vez, la Udelar incorpora cada vez más estudiantes de ese nivel socioeconómico, lo que «debe estar cruzado seguramente con esas desigualdades de origen». «Tenemos que saber con mejores indicadores, con mejor información para la toma de decisiones, cómo impactan esas desigualdades en la población universitaria», agregó.
Wschebor señaló «el disparate que significa que seamos cuatro hombres sentados acá delante» e indicó que desde el «Espacio universitario renovador», sector por el cual fue postulado como candidato a rector, estuvieron trabajando arduamente para conseguir que una docente mujer aceptara la candidatura. «Los motivos por los cuales las compañeras no aceptaron son totalmente respetables y comprensibles, las mujeres en la Universidad, para llegar a ser grado 5, prestigiosas, con reconocimiento, con visibilidad, que puedan ser candidatas, han tenido que pagar un sinnúmero de peajes y cuando llegan a ese lugar, se les propone que dejen de lado todo lo que construyeron, para ser candidatas», expresó. No obstante, «le quiero decir a las compañeras feministas aquí presentes que no bajen los brazos, la ley permite incluir candidatos y candidatas hasta un minuto antes de la segunda votación de la Asamblea General del Claustro, así que todavía podría haber una candidata mujer en esta elección», añadió.
A continuación se refirió a los enormes problemas de inequidad de género dentro de la Udelar que han sido ampliamente documentados en la literatura científica. Este material hace visible algunos aspectos de esta desigualdad como los sesgos en las evaluaciones por ejemplo en el Sistema Nacional de Investigadores, las que no tienen en cuenta algunas condicionantes de las mujeres como la sobrecarga de trabajo por las tareas de cuidados que recaen en la mayoría de los casos sobre ellas.
Cancela por su parte destacó que «la cuestión del género y otras discriminaciones es un tema transversal que hace a la enseñanza, a la investigación, a la extensión y a la propia gestión universitaria», y entiende que en esta temática es necesario realizar «una revisión profunda».
«La atención a estas discriminaciones tiene que ser un trabajo permanente político de cogobierno en todos los ámbitos», añadió. Resaltó que implica también un trabajo de sensibilización y formación de todas las personas que están en los distintos niveles del cogobierno universitario. Aunque no desconoce la necesidad de contar con una institucionalidad fuerte, entiende que la mayoría de los cambios surgen de los grupos que se movilizan, que desarrollan resistencia frente a estas situaciones de desigualdad, que plantean «esto ya no es aceptable y lo tenemos que cambiar».