En su trabajo, titulado : Survival, Movement, and Lifespan: Decoding the Roles of Patched-Related (Ptr) in Drosophila melanogaster Cristina exploró el rol de la proteína Ptr en el desarrollo y la supervivencia de la Drosophila melanogaster, conocida como la mosca de la fruta. Aunque esta proteína está implicada en procesos clave durante el crecimiento del insecto, su función exacta aún no se comprende del todo.
Para analizar cómo influye la Ptr en diferentes etapas del ciclo de vida de la mosca, desde el desarrollo embrionario hasta la edad adulta, Cristina y sus colegas en el instituto utilizaron moscas modificadas genéticamente, que carecen del gen Ptr, donde está la información para producir esta proteína.
Los resultados revelaron que la ausencia de Ptr provoca dificultades en la eclosión de los embriones, lo que indica un desarrollo temprano defectuoso. Además, las larvas mutantes mostraban menor movilidad y signos de letargo, lo que sugiere que Ptr podría estar relacionada con la función neuromuscular. De hecho, al examinar la estructura del músculo de estas larvas, se observó que los núcleos en las células musculares eran más grandes de lo normal.
Por último, a pesar de que muchas de las moscas mutantes no lograron sobrevivir hasta la edad adulta, las que sí lo hicieron presentaron una sorprendente prolongación de su esperanza de vida en comparación con las moscas normales.
En definitiva, Cristina descubrió que Ptr influye en el desarrollo, la función neuromuscular y el envejecimiento en Drosophila. Este hallazgo subraya la importancia de estudiar redes genéticas más amplias para comprender los complejos procesos biológicos que rigen el ciclo vital.
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*La imagen representa un resumen gráfico del trabajo científico realizado. Se ve: la pérdida de Ptr provoca deficiencias en la eclosión, movilidad reducida y letargo. Los mutantes Ptr23c presentan núcleos agrandados en los músculos somáticos. Aquellos mutantes que sobreviven hasta la edad adulta presentan una longevidad prolongada.